¿Indignaos? Una crítica literaria
¿Indignaos?[1]
Stéphane Hessel[2] nació en Berlín en el marco de una Guerra Mundial y una Revolución Rusa, en un mundo al borde del colapso y la miseria. Creció durante la República de Weimar, una de las peores etapas de la historia alemana. Era judío, es judío. Como tal, él y los suyos, tuvieron que pagar un precio muy alto durante la Segunda Guerra Mundial, y en su caso particular, tanto como militante de la Resistencia Francesa en la ocupación nazi, como cautivo en un campo de concentración. A pesar de todos estas vivencias, su posición le proporcionó el ser uno de los elegidos para redactar uno de los textos más relevantes de la Historia en términos de la conciencia humanista, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). El mínimo común denominador al que todas las personas, en cualquier lugar, deben tener como garante por su propia condición.
Hessel, después de una larga trayectoria diplomática y ser multigalardonado por su apoyo a la implantación de los Derechos Humanos en todo el planeta y de haber vivido 93 años en una cierta posición de poder dentro del siglo más convulso de la historia de la Humanidad, ha escrito un libro. Sólo en Francia ha vendido 1,5 millones de copias. En la edición española (traducida al gallego y al catalán), si eliminamos el prefacio de José Luís Sampedro[3], las portaditas interiores y el capítulo dedicado a Palestina, nos quedan aproximadamente 35 páginas (a cuerpo 12 con interlineado doble).
Partiendo de la base de un personaje nonagenario de su talla, cabría esperar una profunda reflexión y una colosal conclusión destinada a cambiar la consciencia de una masa que parece no sólo anestesiada sino encima, estulta. No sólo eso, sino que podría hasta sintetizar al máximo su mensaje para que llegue al máximo de oyentes/lectores con la intensidad deseada. Pues no, lo único que propone es: indignaos, indignaos por el egoísmo del poder (como si el poder nunca hubiera sido egoísta, que se lo digan a Luis XV... entre otros) y no por cómo debería articularse ese poder. Pero no os paséis, resistid pacíficamente, no sea que nos lo carguemos todo otra vez. No os preocupéis, el resto se sucederá sólo. El trabajo de final de curso de una de mis hermanas de diecisiete años sobre el mercado del barrio ha ocupado 43 páginas... sin portaditas interiores.
¿De verdad lo único que se le ha ocurrido a este señor es que los jóvenes de hoy sólo nos queda la indignación?¿Y que su única aportación paternalista es el de la “resistencia pacífica”? Es decir, ha puesto nombre a lo que deberíamos sentir, lo ha escrito, y al leerlo nos lo hecho consciente (y a su vez nos propone un antinflamatorio, por si acaso). El salto ha sido mortal con tirabuzón. Parte de una de las seis emociones básicas[4], la indignación (la ira), algo primario, visceral, incontrolable si posee la intensidad adecuada, como contraposición a la indiferencia y nos catapulta a uno de los conceptos morales (el satyagraha[5] de Gandhi[6]) que comportan una ejecución de la madurez individual y colectiva más profundas como es la resistencia pacífica. Solución básica, método utópico. ¿De verdad que el único motor que impulsó a los padres fundadores de Israel fue la esperanza (que ni siquiera es tan básico como la indignación)?
Ya estoy indignado, de hecho llevo indignado los últimos diez años, quizás más (y sólo tengo 32), además por muchas razones, por la patética educación que se imparte en las escuelas (y porqué no, también en las universidades), por el capitalismo feroz, por los recortes a la cultura, al supuesto Estado del Bienestar, por la incapacidad de una generación entera a hacerse independiente, y por lo tanto madura, por una imposibilidad económica, por culpa de un desequilibrio escandalosos entre coste de vida y salario mínimo y un larguísimo etcétera... Muy bien, ¿!y ahora qué?!
No costaba nada aportar algún punto de luz, algunas respuestas brotadas de su dilatada experiencia, sobre temas más concretos acerca de lo que supuestamente se debería hacer aparte del indignarse. Cosas como nacionalizar la banca (o al menos legislar/controlar los mercados globales para que no tengan un impacto regional desmesurado), penalizar la acumulación desmesurada de riqueza, informatizar Hacienda, despedir a funcionarios que no cumplen con sus funciones por el bien de los ciudadanos, despedir a una clase política incompetente, rebajar salarios desmesurados dentro de las instituciones públicas, eliminar un exceso de instituciones regionales (¿Alguien sabe a qué se dedica la Diputación de Barcelona? Yo no...), regular la ley electoral y las subvenciones a los partidos políticos, contratar a gestores de peso para que gestionen el país con transparencia y efectividad bajo control gubernamental, eliminar algún que otro Ministerio, promover un desarrollo y una fiscalidad empresarial coherente, promover una política de integración de la inmigración digna y no excluyente, o mejor aún, una inversión (y no un expolio) en los países de orígen necesitados (a nadie le gusta ser inmigrante por obligación), etc, etc, etc... por poner ejemplos o yo qué sé. Probablemente se me ocurrirían un montón de ideas más que tan siquiera sabría cómo materializar ni cómo articular en la práctica. Tampoco sabría cómo ejecutar las que están a principio de párrafo y tampoco es mi trabajo, yo sólo soy un triste dibujante.
¡¿Y ahora qué?! Ahora estoy doblemente indignado... y no sé qué nombre ponerle, reindignación tal vez. Me re-indigno y me re-resisto pacíficamente, no sea que vaya a salir a la calle con una recortada. En Egipto también se han indignado y no les ha dado tiempo ni a pensar en lo que vendría después. El resultado parece ser una gran inestabilidad en la zona, un gobierno dirigido por una cúpula militar (sin alternativa política), un país que ha perdido baluartes en la tolerancia como una convivencia interreligiosa envidiable comparada con otros países musulmanes con el peligro de asumir otra teocracia islámica, lo único que ofrece ahora mismo es una deriva a un gran interrogante... ¿Qué será de Egipto en el futuro? Nadie lo sabe y todo depende.
De verdad que si esta es la única luz, la única salida, que aporta la izquierda más intelectual y capaz de Europa en estos momentos, mejor apaga y vámonos...
[1] Indignación (Del lat. indignatĭo, -ōnis): Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos.
[2] Stéphane Hessel (Berlín, Alemania, 20 de octubre de 1917) es un diplomático, escritor, y militante político francés. Es conocido por ser uno de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos, un miembro de la resistencia francesa, uno de los supervivientes del campo de concentración de Buchenwald, tener varios títulos y premios internacionales como: Gran oficial de la Legión de Honor (Francia), la Orden de Mérito (Francia) o el Premio UNESCO/Bilbao para una Cultura de los Derechos Humanos. Para más información básica: http://es.wikipedia.org/wiki/Stéphane_Hessel
[3] José Luis Sampedro Sáez (Barcelona, 1 de febrero de 1917) escritor, humanista y economista español que aboga por una economía "más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos". Para más información básica: http://es.wikipedia.org/wiki/José_Luis_Sampedro
[4] Paul Ekman (n. 1934) es un psicólogo que ha sido un pionero en el estudio de las emociones y sus relaciones con la expresión facial. Ha sido considerado como uno de los cien psicólogos más destacados del siglo XX. Ekman asume una perspectiva evolutiva, en el sentido de que el desarrollo de los rasgos y estados del ser humano, en el tiempo, es el fundamento de sus investigaciones. Para saber más: http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Ekman
[5] Satyagraha: es un neologismo inventado por Mohandas Gandhi, en 1906, para representar un sistema de lucha, resistencia y desobediencia realizadas de manera sistemática (combinación de tácticas y estrategias) con objetivos ético-políticos y con una dimensión espiritual. Para saber más: http://es.wikipedia.org/wiki/Satyagraha
[6] Mohandas Karamchand Gandhi (Porbandar, 2 de octubre de 1869 – Nueva Delhi, 30 de enero de 1948) fue un abogado, pensador y político indio. Para saber más: http://es.wikipedia.org/wiki/Gandhi
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1 comentario:
Una mordaz crítica literaria sobre este breve libro.
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